Búscate un tío con cara de mala hostia, que no diga nada
para que los demás chavales no te toquen
para que sepan que él es el rey de la manada.
Uno de los que piensan que el pelo corto es de lesbianas
que te la meta más de dos veces por semana.
Que sea racista pero no le den asco las cubanas.
Que te hable mucho por whatsapp, te mire el teléfono
que te diga que hablar con otros chicos es de ser una marrana.
Que si no llegas al orgasmo se le caiga el autoestima
(seguro que tus suegros simpatizan el saludo a la romana…).
Que te bloquee a tus amigos en redes sociales,
que te controle, que te vigile, que te oprima
que te mire mal cuando lleves escote.
“¿Quién cojones te ha mandado ese emoticono de sevillana?”.
“¿A dónde te piensas que vas así vestida?”.
“Ese tío quiere contigo”.
No le gusta que salgas de fiesta con tus amigos
y ni se te ocurra mostrarles una sola lágrima para que todos piensen que seguís enamorados.
Deja que haga contigo lo que le dé la gana.
“Esa falda es demasiado corta”.
“Vaya puta”.
“Menuda zorra”.
“Bueno, al menos la chupa”, lo propio de una fulana…
Búscate uno que no sepa lo que es el clítoris
que se confunda de nombre en la cama y te llame Ana
que para hacer que te corras necesite un croquis.
No le avergüences delante de sus colegas del barrio
“Tápate bien y hasta los tobillos si hace falta, como una musulmana”.
Busca uno que mire porno pero luego te mande borrar una foto sin camiseta
que te mande comportarte como cristiana apostólica romana.
“Eres mía”.
“Tus amigos solo tratan de ponerme en tu contra”.
“Cuando sales de fiesta me pongo muy nervioso”.
“Cógeme el puto teléfono”.
Con un poco de suerte con la próxima paliza terminarás en una cuneta.
Acostúmbrate a pedir perdón por cosas de las que no eres culpable
a dejar de hacer cosas por sus inseguridades
porque para él no vales ni una peseta,
ya sabes.
Y tú, tú ya eres otra más de esas que salen en las noticias, otra miserable.
“Para siempre”, el acoso hasta que te salgan canas
y tú que te pensabas que lo de Atreyu era una historia interminable…
Igual es que el príncipe te ha salido rana…
Suenan fuertes las palabras con los sonidos de los palillos que no cesan de incrementar su ritmo y fuerza sobre el tambor y luego redoblan hasta paralizar los oídos. Suena fuertes, sí, pero más fuertes son los ecos de una realidad que lo supera. Mi enhorabuena, Carmen estrada.